domingo, 24 de julio de 2011

Somos la generación Potter.



Todo lo que tiene un principio se acaba, salvo que no se acaba, porque Harry Potter ya es un clásico. Me considero dentro de las personas que leerán los libros a sus hijos así como antes les leían La Cenicienta y Blancanieves.
Con esta última entrega se cierra un ciclo.
Somos la generación Potter; defendimos la piedra, encontramos la cámara, el cáliz nos eligió, luchamos con la orden, aprendimos del príncipe y dominamos las reliquias.
Aprendí a leer con Harry Potter y a partir de entonces ya nada fue igual; así como el hecho de que ya no vayan a aparecer nuevos libros ni películas de la saga, no significa el final.
Será cosa de magia pero sigo leyendo los libros de Harry Potter con la misma intriga que la primera vez.
Los de esta generación vivimos la magia. Esto no solo es la historia de un nene mago con una cicatriz en la frente, es una enseñanza de vida que nos recuerda que la felicidad puede estar en los momentos más oscuros; solo hay que encender la luz.
Cuando tenga 60 lo voy a seguir leyendo, y voy a seguir viendo las películas, no sé en qué formato...
Creceré, pero no seré un adulto, seré un mago hasta la muerte.

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